Acaso no fue la influenza aviar la que detonó la temida pandemia que desde 2006 acechaba al país. Fue en medio de la candidatura de Julio Frenk a presidir la Organización Mundial de Salud (OMS) cuando el gobierno mexicano alertó sobre los problemas que podría generar el virus H5N1, sobre el cual se temía una acelerada transformación y la cercanía con los vectores de contagio.
Hasta ahora, la gripe aviar se había convertido sólo en un negocio de intimidación, pero ahora la presencia de esta influenza porcina cobra otra dimensión y se presenta en medio de una profunda crisis económica que generará nuevos riesgos. Pero alrededor de este problema de salud pública, durante las próximas semanas veremos al alza las acciones de las compañías farmacéuticas de Estados Unidos y, posiblemente, una gigantesca derrama de recursos para evitar una pandemia de proporciones incontrolables aún para los poderes fácticos. No es difícil saber que sector industrial será el ganador de esta crisis que apenas empieza.
De la influenza aviar, los laboratorios no sólo sabían de la amenaza, sino también de las oportunidades de detonar un gran negocio, siempre y cuando fueran capaces de desarrollar una vacuna en menos de seis meses. Son como buitres que esperan que todo se descomponga para entonces entrar en acción y seguir viviendo de los problemas de salud de la población.
Hasta ahora, el laboratorio Roche es uno de los que ha capitalizado esta amenaza a través de su producto Tamiflu, con el componente activo fosfato de oseltamivyr. La patente de este producto fue desarrollada por la compañía Gilead Sciences Inc., en donde, csaulmente, el exsecretario de la Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, es uno de los grandes accionistas. Pero repito, esto sólo es pura casualidad, y ni alguien no lo cree, pues que investigue, a lo mejor encuentra algo.
Hace dos años, en México, el medicamento Tamiflu no se vendía de manera directa, pues Roche daba prioridad al mercado estadounidense y al europeo. Este antiviral Tamiflu sólo se producía en una planta de Suiza, mientras esperaban los planes para abrir otra más en Estados Unidos. Por supuesto en el sistema de salud mexicano, como en todo lo que hace el gobierno, a nadie le importaba poner atención a estos males.
Será hasta 2016 cuando Gilead Sciences recupere los derechos que vendió a la filial estadounidense de F. Hoffman-La Roche Ltd. Sin embargo, hoy se confirma la importancia de la demanda de varios países en desarrollo que pedían la liberación de la patente. La rentabilidad de los productos de los laboratorios La Roche, incluyendo Tamiflu, es tal que la crisis prácticamente no le ha afectado. Al cierre del primer trimestre registró un incremento de 7 por ciento. En 2006, cuando aumentó el temor sobre un contagio mundial de gripe aviar, Roche aumentó sus ganancias en más de 30 por ciento.
Incluso el poderoso gobierno estadunidense reconoció en 2005 que sólo tenía medicamentos en reserva para 2 por ciento de su población, por lo que esperaba destinar hasta 3 mil 900 millones de dólares para una agresiva campaña. En noviembre de 2005, un reporte de la Oficina General de Control (GAO), órgani de vigilancia del Congreso de Estados Unidos, hizo un llamado a corregir las fallas que pusieron en riesgo a su población.
De acuerdo con información de la Secretaría de Salud, el gobierno mexicano destinó hasta 600 millones de pesos para la creación de una reserva estratégica de antivirales, antibióticos y material de protección. Este presupuesto también se destinaría a la empresa Laboratorios Biológicos de México (Birmex), una empresa del sector salud que desde hace varios años intenta desarrollar una vacuna contra la influenza aviar para abastecer el mercado mexicano y exportar a Centro y Sudamérica.
La Secretaría de Salud ha reconocido que aún cuando la transferencia de tecnología para lograr la producción de una vacuna de este tipo tardaría entre 3 y 5 años, el proyecto representa la oportunidad de generar independencia sanitaria en esta área.
La SSA ha invertido en total más de mil millones de pesos en la compra de reservas estratégicas de antivirales, material de prevención y en los esquemas de simulacros. La dependencia llegó a contar con 1.5 millones de tratamientos completos de Tamiflu en su reserva estratégica, lo que representó una erogación de 120 millones de pesos. También adquirieron 179 mil tratamientos de antibióticos, así como 10 mil equipos radioactivos. Sin embargo la población mexicana asciende a 120 millones de personas.
Hoy es el momento de observar la eficacia de dicha estrategia. Los efectos de una pandemia como la que se teme sólo podría compararse con lo que se vivió durante la propagación del Síndrome Respiratorio Agudo (SARS) y la gripe española de 1918. El Banco Mundial estimaba, respecto a la influenza aviar, el costo económico sería de al menos 2 mil millones de dólares, mientras que para México el costo humano sería de 200 mil decesos.
El presidente Felipe Calderón ha asegurado que las autoridades cuentan con los medicamentos suficientes para enfrentar la pandemia. Otros funcionarios de menor nivel han informado, por ejemplo, que sólo en el Estado de México se cuenta con 3 mil 600 tratamientos. ¿Será suficiente? Ahora el nuevo riesgo es que algunos expertos han alertado que el Tamiflu podría tampoco ser efectivo para este tipo de padecimientos, pero el secretario de Salud y el mismo presidente Calderón aseguran otra cosa, a quien creerle.
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